una diferencia que puede explicar mucho

Descripción de la publicación.

5/1/20243 min read

Respuesta y reacción en las autoinmunes.
Una diferencia que puede explicar mucho.

Escrito por: Lic. Juan Cruz Cúneo
Equipo de Autoinmunes en la Mujer.

Debemos diferenciar para comprender mejor lo que les sucede a las mujeres con autoinmunes, lo que nos sucede a todos en general, tengamos una autoinmune o no. Cada paso de esclarecimiento nos abre un nuevo camino en el entendimiento de la dinámica, la forma y la manera en que se producen los síntomas, por ende, las afecciones, los dolores y el sufrimiento.

Estamos diferenciando la “respuesta” de la “reacción” del cuerpo, de las emociones, del psiquismo porque entendemos que allí hay un campo para trabajar en la claridad de lo que sucede. Cuando hablamos de “respuesta” nos referimos a la señal pasiva del cuerpo frente al estímulo. Cuando hablamos de “reacción” hacemos referencia a la “acción” que se desencadena a partir de ese estimulo. El posicionamiento es completamente diferente y se manifiesta de igual manera, en la “respuesta” se esta en modo “pasivo”; en la “reacción” hay una “acción” en juego, se está en modo “activo”.

La palabra “respuesta” o “responder” se construye por el prefijo “re” que implica reconciliar y reconocer (que proviene de “conocer”, identificar) y con el verbo “ofrecer” (o prometer). Mientras que la palabra “reacción” se compone por el prefijo “re” que, también significa “hacia atrás” y el verbo “acción” que proviene de “hacer” (acción y efecto).

Para hacerlo más claro, la “respuesta” del organismo es la “inflamación”, la “reacción” del organismo implica la movilización de las “defensas”, sean en su condición autoinmune o no. Desde allí la afectación será distinta aunque, también, una puede llevar a la otra. Es decir, que una respuesta puede desencadenar una reacción. Pero debemos tener en cuenta que no siempre una respuesta debe, o deriva, en una reacción. Puede, de hecho sucede, haber sólo respuesta sin reacción.

Esto nos lleva al siguiente escalón que es comprender las autoinmunes o los síntomas donde está involucrada solo la respuesta y donde hay respuesta-reacción, o donde lo que perturba o altera o daña es sólo la reacción. Es decir, hay algunas autoinmunes que son sólo respuestas inflamatorias y allí debemos tener cuidado con las acciones que tomamos a partir de esos síntomas. Y hay autoinmunes donde la reacción defensiva es la que daña y el incremento de los anticuerpos es lo que produce el peor efecto, aún siendo una acción defensiva.

Lo cual nos permite diagramar dos canales de tratamiento, diferenciados y para diferenciar. EL canal (1) es el de la identificación de las respuestas (a todo nivel) y el canal (2) es el reconocimiento de las defensas, reacciones, que se han movilizado, aquí se expresan los anticuerpos y las defensas psicoemocionales pero no siempre queda en claro cuál fue la respuesta inicial.

Vamos a poner un ejemplo bien claro, frente a una agresión del otro la “respuesta” emocional puede ser el enojo. Si lo tomamos como una “respuesta” deberíamos, siguiendo la etimología de la palabra, “reconocer” cómo nos afecta y dónde y “ofrecer” (u ofrecernos) ese reconocimiento, esa identificación del modo y el volumen en que nos perturba esa emoción. Entender lo que nos pasa con eso que ha sucedido, cuánto daña, perturba, afecta, sin que aún generemos ningún tipo de acción (o reacción) al respecto. En esta instancia, en el mundo de lo autoinmune es donde podremos comprender y dimensionar el alcance de la inflamación, la respuesta de ese cuerpo, de ese mundo emocional, de esa persona frente a lo que le sucede. Y entender lo que nos pasa.

Luego, puede venir la “reacción”, la cual si seguimos la etimología de la palabra, debería ser una “acción” de rechazo hacia aquella agresión, de repudio, de alejamiento de lo que nos han hecho. Sería recuperar la “distancia” emocional, afectiva y vincular respecto del otro, en el espacio de la relación incluso. En el caso de las autoinmunes, esa “reacción” defensiva se vuelca hacia adentro y se implementan defensas contra la emoción, posiblemente con la misma finalidad e intención de “alejar” esa emoción del sentir, sin darnos cuenta (o siendo la manera aprendida) que depositamos esa emoción en el cuerpo. Por eso siempre remarcamos que la acción de las defensas psicoemocionales está destinada a “alejarse” de la emoción vista como peligrosa, incluso del carácter propio también visto como peligroso y no del otro (el peligro real), por lo cual esas emociones se van depositando en el cuerpo. Este es el cuadro donde los valores del laboratorio encuentran los anticuerpos elevados y son las defensas las que terminan afectando.

La diferenciación entre respuesta y reacción nos abre un campo diagnóstico inmenso para poder focalizar mejor las estrategias terapéuticas desde lo psicoemocional, para mejorar el reconocimiento de las “respuestas”, para identificar aún más la respuesta, el carácter y lo que el otro hace. Y desde allí reconocer, pulir, modificar, cambiar las reacciones (defensivas) o generar nuevas, más efectivas y orientadas hacia el afuera. Sólo así se protegerá mejor la identidad y comenzarán a aliviarse los síntomas, para poder revertir la condición autoinmune.